En ocasiones una píldora literalmente puede cambiar el mundo.
Desde su infancia, Jean Sharon Abbott enfrentó un problema mayor: un padecimiento neurológico que le impedía controlar apropiadamente su propio cuerpo, y por ende la mantenía en un estado de incapacidad particular. A los 4 años, a principios de la década de 1980, a Abbott se le diagnosticó una forma de parálisis cerebral denominada diplejía espástica que afecta gravemente el control, el tono y el movimiento de los músculos de las extremidades, en especial de las inferiores.
Según el relato del portal The Migthy, a Abbott se le emitió ese diagnóstico pese a que diversas pruebas de resonancia magnética y tomografía no emitieron evidencias concluyentes. Pero supuestamente, su médico entonces era uno de los más reconocidos en su campo en la región, y su opinión fue tomada como acertada.
Abbott tuvo que crecer aceptando su condición y sometiéndose a diversos procedimientos quirúrgicos que se le prescribieron, como el injerto de músculos de la cadera en el área de las rodillas o el implante de una bomba para medicación automática. Desde luego, sus fuertes limitaciones físicas restringieron por años sus capacidades motrices y le arrebataron muchas de las cosas buenas de la vida durante su niñez, su adolescencia y su juventud temprana. Eso desde luego no la frenó, pues fue a la universidad, se casó y tuvo hijos. Siempre, ciertamente, con el problema de su incapacidad a cuestas.
Pero un día, tres décadas después del malhadado diagnóstico inicial, su suerte cambió. Al atenderse por un problema de su bomba de medicación, que ya no le estaba proveyendo de la dosis apropiada, un nuevo especialista que la revisó le dijo que no creía que ella tuviese en realidad diplejía espástica sino un padecimiento diferente y, sorprendentemente, de fácil tratamiento: distonía sensible a la L-dopa.
Aunque también es un trastorno neurológico, no se trataba de la parálisis cerebral que se le había diagnosticado y ante la que, pese a los esfuerzos realizados, el tratamiento solo era paliativo, sin reales posibilidades de mejora. Pero ahora, una píldora bastaba para corregir la situación, pues clínicamente se ha visto que problemas de control muscular se reducen gracias al consumo del neurotransmisor L-dopa.
El portal The Migthy relata que, al principio, Abbott no se lo creyó y que incluso pensó no ir a conseguir el medicamento. ¿30 años de pensar, vivir y sufrir enfrentando la parálisis cerebral y de repente todo se arregla con una pastilla? La incredulidad era comprensible, pero cuando Abbott comenzó a tomar su dosis de L-dopa la vida le cambió.
Por ejemplo, a poco de comenzar a tomar la dosis, ella esperaba en el estacionamiento de una iglesia a que su esposo trajera a sus hijos y, allí, pudo ponerse en pie y permanecer así sin problema. “No había estado de pie sin ayuda en más de una década”, le dijo Abbott a The Mighty y fue allí cuando “se dio cuenta de que la medicación había funcionado y cambiado mi vida”.
Tras tomar su nueva medicación, Jean Abbott puede moverse de modo normal, lo que no pudo hacer por décadas. |
Jean Abbott, en su adolescencia, postrada por lo que se suponía era una parálisis cerebral. (Facebook/Rainy … |
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