por El Confidencial Si sigues sudando y no hueles demasiado bien, algo estás haciendo mal. (iStock) |
Con mejor o peor cara, asumimos y automatizamos quehaceres diarios como trabajar, dormir, comer o asearnos. Porque, con mayor o menor destreza y habilidades, se espera de nosotros que en la medida de lo posible cuidemos de nuestra higiene personal siguiendo las pautas del ritual mañanero generalizado: un poco de agua, nos enjabonamos la piel, aclaramos, secamos y nos echamos desodorante. Otra vez lo has hecho, cometer un error que tus axilas y hedores corporales pagarán bien caro.
Resulta que día tras día estas repitiendo un fallo colosal que hasta ahora nadie había advertido. Hay quienes culpan a la ausencia del 'modo de uso' en la mayoría de estos productos –¿estás seguro o has podido obviar esta etiqueta?– como principal responsable de que hayamos aplicado la lógica de que es mejor usarlos al empezar el día para evitar que nuestros efluvios corporales se hagan fuertes a medida que avanza la jornada y podamos frenar a tiempo un incómodo olor, especialmente molesto para quienes nos rodean.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Birmingham acaba de señalar que el mejor momento para utilizar antitranspirantes no es, ni de cerca, por las mañanas antes de salir de casa: hay que aplicarlos a última hora de la noche. De otra manera, los productos no nos protegen adecuadamente e incluso pueden ponernos en apuros.
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